Una tragedia sacudió a la comunidad de Longney, Gloucestershire, en Inglaterra, tras el inesperada fallecimiento de una niña de apenas 3 años, quien fue arrojada por una ráfaga de viento mientras jugaba en un brincolín
La menor, identificada como Felicity Keepin, se encontraba saltando bajo la supervisión de su madre cuando un fenómeno descrito como un “minitornado” elevó la cama elástica de 3.6 metros, lanzándola a una distancia considerable. El equipo, adquirido apenas una semana antes, contaba con red de seguridad, pero no estaba anclado al suelo.
El incidente ocurrió el pasado 10 de mayo, mientras Felicity jugaba con su hermano en el jardín de su casa. Testigos como el vecino Adam Nash relataron haber escuchado un estruendo similar al de un tren de carga, justo antes de que el fuerte viento cruzara la carretera y se llevara el brincolín por los aires. La pequeña fue trasladada en helicóptero al Hospital Infantil de Bristol, donde, pese a los esfuerzos médicos, falleció el 17 de mayo debido a las graves lesiones sufridas.
Durante la audiencia forense, Roland Wooderson, del Tribunal de Gloucestershire, describió el caso como “la peor pesadilla de todo padre” y concluyó que el fallecimiento fue accidental. A pesar de que el brincolín tenía medidas de seguridad visibles como una red protectora, la falta de anclaje fue un factor que pudo haber contribuido, aunque el forense destacó que, dada la fuerza inusual del viento, ni siquiera esa medida podría haber evitado el desenlace. “Fue un accidente extraordinario, trágico e imprevisto”, lamentó.
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Wooderson también hizo hincapié en la falta de conocimiento general sobre los peligros de estos juegos inflables, especialmente ante condiciones meteorológicas adversas. Si bien los fabricantes suelen recomendar el anclaje del equipo, muchas familias no siguen esta indicación, ya sea por desconocimiento o porque no consideran los riesgos asociados a ráfagas de viento inusuales, como las que se presentaron ese día. La tragedia de Felicity sirve como un recordatorio doloroso de la vulnerabilidad que aún persiste en entornos que aparentan ser seguros.

Ante este lamentable incidente, expertos en seguridad infantil han difundido una serie de recomendaciones para prevenir accidentes similares. Entre ellas destaca la necesidad de anclar el brincolín al suelo, usar siempre redes de seguridad, evitar su uso durante condiciones climáticas inestables, y limitar el número de niños que lo usan al mismo tiempo. Estas prácticas no solo reducen el riesgo de lesiones, sino que ayudan a crear una cultura de juego más segura.
Asimismo, se subraya la importancia de inspeccionar periódicamente el estado del equipo, instalarlo sobre superficies adecuadas como el césped, y evitar que los niños realicen acrobacias peligrosas. Seguir las indicaciones del fabricante respecto a edad, peso y capacidad máxima también es esencial. Aunque estas medidas no pueden eliminar completamente el riesgo, sí son claves para disminuir la probabilidad de un desenlace fatal.
El caso de Felicity Keepin ha despertado un debate nacional en el Reino Unido sobre la regulación y seguridad de los juguetes inflables en los hogares. Muchos padres han expresado su consternación en redes sociales, mientras comunidades locales han organizado campañas para difundir información preventiva. Lo que comenzó como un día de juegos terminó en una tragedia que marcará para siempre a una familia, y que, con suerte, servirá para salvar otras vidas.
El impacto de esta pérdida ha sido profundo. Más allá de las circunstancias técnicas del accidente, la historia de Felicity es un recordatorio de lo frágil que puede ser la vida infantil y de la importancia de estar siempre alertas, incluso en los momentos más cotidianos. En memoria de la pequeña, se espera que más padres tomen conciencia sobre los peligros ocultos en el entorno doméstico y actúen proactivamente para garantizar la seguridad de sus hijos.