El Día de San Juan llueve, la historia detrás de la creencia popular

Cada 24 de junio, miles de personas en México y otras partes del mundo despiertan con la expectativa de lluvia. No se trata de una predicción meteorológica, sino de una tradición que ha cruzado generaciones: la creencia de que el Día de San Juan siempre llueve

Durante la época colonial, la llegada de los misioneros españoles coincidió con prácticas rituales prehispánicas que ya rendían culto a las lluvias. Los antiguos pueblos mesoamericanos celebraban ceremonias dedicadas a Tláloc, el dios de la lluvia, justo en estas fechas. Para ellos, el agua era fuente de vida y prosperidad, especialmente para las cosechas. Al superponerse las festividades católicas con estos ritos agrícolas, se generó un sincretismo cultural en el que San Juan adoptó características propias de las deidades ancestrales.

Así, con el paso del tiempo, San Juan dejó de ser solo el santo del bautismo para convertirse también en una especie de “traedor de lluvias”. La coincidencia de su celebración con el inicio de la temporada de lluvias en gran parte del país reforzó aún más esta creencia. Aunque las precipitaciones del 24 de junio tengan una explicación climática, muchos aún lo atribuyen a la bendición del santo.

En lo meteorológico, el fenómeno tiene lógica: el Día de San Juan coincide con un periodo en que las condiciones atmosféricas propician tormentas, chubascos y una mayor humedad. La naturaleza, por tanto, juega su papel en perpetuar esta tradición. Sin embargo, lo interesante es cómo la población interpreta esa lluvia: no como un simple evento climático, sino como un acto sagrado, un regalo del cielo que renueva la tierra.

El Día de San Juan llueve, la historia detrás de la creencia popular. Foto: Pexels

En distintas regiones de México, como Veracruz, Chiapas, Oaxaca o Guerrero, todavía se celebran misas, peregrinaciones y rituales junto a ríos o manantiales. Algunos agricultores bendicen sus tierras, mientras que otros realizan danzas o cantos en honor a San Juan, pidiendo lluvias abundantes y buenas cosechas. Incluso en zonas urbanas, la frase “si llueve es porque es Día de San Juan” se repite con naturalidad.

Este tipo de tradiciones, aunque no siempre se comprendan en su totalidad, son muestra del mestizaje cultural que define a muchas sociedades latinoamericanas. En ellas conviven lo católico y lo indígena, la fe y la naturaleza, lo histórico y lo simbólico. Por eso, aunque no siempre llueva cada 24 de junio, para muchos el agua de ese día sigue siendo especial, cargada de historia, memoria y esperanza.

Así, el Día de San Juan no solo celebra el nacimiento de un profeta, sino también una identidad cultural que ha sabido conservar y resignificar sus raíces. Llueva o no, cada año el calendario recuerda esta fecha como un momento para mirar al cielo… y esperar que, con suerte, caigan unas gotas benditas.