Uber, Didi y Rappi ante el reto de la nueva reforma laboral en México

Claudia Sheinbaum

Este lunes 23 de junio de 2025 marcará un parteaguas en la relación entre los trabajadores de aplicaciones digitales y las plataformas que han transformado el mercado laboral en México

La medida impactará directamente en el modelo operativo de estas plataformas, que hasta ahora han funcionado bajo un esquema de colaboración flexible sin vínculo laboral tradicional. A partir de esta reforma, se establece un marco regulatorio que define responsabilidades, acceso a seguridad social y condiciones laborales más claras para los repartidores y conductores. Esto representa un avance para los más de 650,000 trabajadores del sector que, hasta ahora, habían estado al margen de derechos laborales básicos.

De acuerdo con el secretario del Trabajo, Marath Baruch Bolaños López, al menos 272,000 de estos trabajadores obtienen ingresos iguales o mayores al salario mínimo mensual, lo que indica que una parte significativa de ellos depende exclusivamente de estas plataformas para subsistir. Ante esa realidad, el gobierno federal, por instrucciones de la presidenta Claudia Sheinbaum, se comprometió a garantizarles mejores condiciones, sin comprometer la flexibilidad que hace atractiva esta forma de empleo para muchos.

El principal objetivo gubernamental es generar un modelo híbrido que preserve las ventajas de la economía digital y, al mismo tiempo, reconozca los derechos laborales. Para ello, se realizaron cerca de 30 mesas de trabajo entre autoridades, representantes de las empresas y organizaciones de trabajadores. El resultado fue una legislación que busca sentar precedente en América Latina y que, según sus impulsores, pretende ser un “piso mínimo de derechos” sin sofocar la innovación ni el crecimiento del sector.

Entre los beneficios incluidos en la reforma se encuentran cinco pilares clave: acceso a la seguridad social, pago de indemnizaciones, participación en las utilidades, definición de responsabilidades del patrón y causas válidas para la rescisión del contrato. Además, las empresas deberán registrar los contratos laborales en el Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral, lo que formaliza las relaciones entre las plataformas y sus colaboradores.

Este nuevo marco legal no ha estado exento de críticas. Uber México, una de las compañías más representativas del sector, expresó su preocupación por los efectos colaterales que podría traer la reforma. Según la empresa, tal como está diseñada la implementación, uno de cada tres conductores podría quedar fuera de la plataforma, lo que representaría una pérdida de ingresos de hasta 12,000 millones de pesos al año. Aun así, la empresa reiteró su disposición al diálogo y confía en que se logre una implementación equilibrada.

La incertidumbre sobre el impacto económico y operativo también ronda a otras compañías como Rappi y Didi, que podrían ver afectada su capacidad de operación en zonas con menor densidad de demanda. La clave, coinciden expertos, estará en la flexibilidad del programa piloto que inicia en julio, el cual deberá ser evaluado continuamente y ajustado para evitar efectos negativos no deseados, como el aumento del desempleo informal o el encarecimiento de los servicios.

Hasta ahora, el gobierno ha señalado que la meta no es destruir el modelo actual, sino hacerlo más justo. La economía digital ha demostrado su valor durante momentos críticos como la pandemia, cuando las plataformas se convirtieron en una tabla de salvación para restaurantes, pequeños comercios y miles de trabajadores que encontraron en ellas una alternativa de ingresos.

El gobierno federal ha dejado claro que esta reforma no es un punto final, sino el comienzo de un proceso de transformación. Si se implementa con inteligencia y apertura, puede convertirse en un referente de política pública moderna que combine derechos laborales con innovación tecnológica.

Uber, Didi, Rappi y el resto de las plataformas digitales están frente a un punto de inflexión. Lo que está en juego no es solo un modelo de negocios, sino el futuro de cientos de miles de mexicanos que encontraron en estas aplicaciones una forma de ganarse la vida. La pregunta ahora es: ¿podremos construir una economía digital verdaderamente incluyente y sostenible?